Tras esa décima plaza, llegaron varios años con diferentes resultados, unos más cercanos al descenso y otros más cercanos a puesto europeo, pero con el denominador común de que casi siempre se acaba en mitad de tabla. Luego en 2006 se llegó a la final de la Copa de la Liga (que perdió contra el Nancy) y al año siguiente salvaron la categoría en la última jornada, año en que David Bellion dejó el club sureño. Y en la temporada 2007-08 sucedió algo que alegró tremendamente al Niza, que ya venía jugando mostrando buenas maneras y con ideas claras. Explotó su crack en ciernes, por el que pagaron 7'5 millones al Juventude brasileño y en el que confiaron desde que era muy joven, Ederson.
La explosión del joven mediapunta no cogió por sorpresa a los aficionados del Niza, pero sí lo hizo con casi toda Francia. Un jugador con ese toque, esa exquisitez, esos movimientos, ese golpeo de balón y esa elegancia para todo lo que hace estaba comandando al Niza con 21 años y estaba acercándolo muchísimo a los puesto de Europa. De hecho estuvieron mucho tiempo metidos en la pomada pero al final, como suele suceder con los modestos, no llegaron a meterse dentro. El reconocimiento para el Niza llegó por su juego ofensivo, por su capacidad para utilizar la velocidad de sus jugadores y, sobretodo, por el jugador para el que está dedicado todo esté párrafo, Ederson.
Esa explosión le llevó a fichar por el Lyon. Aquí, muchos analistas (incluso yo mismo) creyeron ver el final de este Niza que tan solo estaba empezando. La temporada pasada lo hicieron aún mejor si cabe. Llegaron a ponerse en algunos momentos por encima de Marsella, incluso siguieron el potente ritmo del Lyon de principios de temporada. Y todo gracias al bloque que formó Frederic Antonietti. El entrenador francés, sabiendo que era muy difícil encontrar un sustituto a Ederson decidió cambiar el estilo de juego. No aprovecharían el talento individual de ningún jugador que pueda marcar diferencias, que lo tenían en Remy por ejemplo, sino que jugarían para el equipo, asegurando la parte defensiva y siguiendo con el intento de buen juego que habían mostrado hasta ahora. Basaron el mediocampo en la pequeña roca Faé, en el siempre cumplidor con destellos de genio Hellebuyck y en la variante Sale-Echouafni. Con esos mimbres y acierto goleador se llegó a quedarse aún más cerca de la UEFA. Tan solo queda un paso.

Y es lo que pretende el Niza. Meterse entre los afortunados que juegan las competiciones europeas. En parte por prestigio, en parte para ver si la afición reacciona ante el estímulo de una competición mayor. La única baja notable, la de Kanté, que hizo una temporada pasada muy buena, la cubrirán entre Mabiala, recién fichado, y Cid, y no habrá problemas mientras no se concrete la marcha de Apam. El resto afrontará la temporada con las fuerzas renovadas, así como las ilusiones, y un mediocampo fortísimo. La única novedad, aparte de la mencionada del puesto de central, será la importancia que le quiere dar Didier Nicolle, el nuevo entrenador, a Loïc Remy para que tenga libertad en ataque, con acompañantes que lo complementen como Bagayoko o Mouloungui, incluso Moussilou si consigue entrar en la dinámica del equipo. Porque con los mimbres montados el año pasado y con un nuevo entrenador, nombrado mejor entrenador de la Ligue 2, buscan dar el paso adelante que les falta, el paso que les meta en Europa.